Tuvieron mucho éxito cuando comenzaron con ‘La noche de los museos’, que comenzaba
con el circuito de San Telmo, La Boca y otros espacios de arte importantes de
CABA. Cada año se iban sumando más gente y museos. Fue una excelente iniciativa.
Luego vinieron ‘Las noches de las librerías’, de la música, y se agregó una
noche de las pizzerías. Una interacción entre la cultura y los lugares de
comida más visitados por los porteños.
La
pandemia cortó un poco estas actividades y salidas (como la Feria Internacional
del Libro, que cada vez fue estando más a la altura de las dos más grandes: De
Frankfurt y de Guadalajara) y si bien son ‘un alimento para el espíritu’,
muchas veces son llevadas a ser solamente algo más en la sociedad de consumo.
La cultura se transforma en un ingrediente más del mercado, especialmente por
el precio de los libros. Las crisis económicas de estos últimos años han dejado
a la industria local del libro, peleando con lo poco que tienen. Los monopolios
de las cadenas del libro internacional, se han ido fagocitando a las empresas
nacionales. En el mundo al mercado lo manejan unas pocas, que luego distribuyen
por las diferentes regiones del planeta.
Por
suerte han salido- por lo menos en Argentina- las editoriales de libros
pequeñas. Ellas siguen resistiendo, con tiradas más cortas, con pocos autores, siguen
en la pelea cultural en estas cuestiones de editar. Otra vez se debe plantear
las políticas del Estado en materia de edición y distribución de libros. Por
eso cuando salieron ‘Las noches de las librerías’ fue un gran estímulo para los
libreros y las editoriales de Argentina. Un fenómeno nuevo en la gente, en cómo
concurrió a los circuitos donde funcionaban las librerías abiertas hasta altas
horas de la noche. Tenemos una tradición
lectora: costumbres que no se han perdido, a pesar de que aparecieron nuevas
tecnologías de Medios más inmediatas. Nadie nos quita el placer de sentir el
olor de un libro (ni la pandemia lo pudo, aunque nos quitó sí los lugares donde
nos sentábamos a leer un nuevo libro acompañado con un café o con amigos para
comentar o recomendar), el poder contemplarlo y esa extraña emoción de lo que
nos deja.
Un
poeta radial (con varios libros editados) es el autor de la frase: ‘La noche de
las carnicerías’. Ante tanta inflación, donde los medios
de la oposición, generan desánimo, el poeta se preguntaba para cuando ‘una
Noche de’…, donde haya precios bajos para la carne. Entonces toda la gente de los
barrios saldría a comprar más barato, y seguiría recorriendo con alegría lo que
no pueden ahora adquirir. Imagino que los jubilados serían los primeros en ir
de cuadra en cuadra, voceando donde están los precios más bajos y que vayan
antes que se agote. Otros se acordaran de Samid; pero no dejaran de agradecer
que en medio de políticas culturales y de
consumo algún intendente, lleve adelante esta campaña. La gente volverá a
sentir en una noche, esa especie de comunión con el deseo y la satisfacción.
Los mostradores de las carnicerías estarán repletas,
mientras los carniceros seguirán haciendo cortes de carne, comentando que ellos
no tienen nada que ver con los precios; diciendo: los que se llevan la tarasca
y dejan lo peor para el mercado local, son los dueños de las vacas, que
aprendieron a exportar todo, sin dejar nada para los sectores que antes por lo
menos tenían algunos cortes para poner en la olla: en ese típico plato nuestro,
llamado puchero.
Carlos
Liendro
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