Se inscribieron más de quinientas mil personas para
ingresar en el sorteo que realizó Javier Milei. El nuevo diputado había
prometido que sortearía su sueldo y desde Mar del Plata, a toda
fiesta y alta voces, lo cumplió en un acto. De aquí quedaron varias conclusiones.
Quien lo ganó, por lo menos la prensa lo presentó así, dijo que le servirá para
pagar cuentas, no había votado por Milei y era ‘Cristinista’.
¿Qué quiere demostrar con estos actos el diputado
libertario?. Habrá que decir que él, como muchos economistas en el país, no
vive de ese sueldo. Agregamos que recibe apoyo de fundaciones y empresas del
norte (a ‘quienes les interesa el país’, para seguir haciendo negocios). Había
encontrado otra analogía cuando trataba de explicar estos nuevos efectos de
marketing que se comienzan a utilizar por el Sur Latinoamericano. Muchos políticos, son docentes
universitarios, y llevan años sin concursar, pero no viven del sueldo de una
Universidad del Estado: hay otros ingresos, y como he escuchado decir: ‘esto es
un vuelto’. Por eso si bien no es nuevo, no resulta extraño lo que comienza
a aparecer como formas de propaganda.
Otros analistas han dicho que Milei ganó más en como
vendió ‘los datos’ de los que se inscribieron para el sorteo (lo que hacen los
bancos, y lo que queda en plataformas de internet que utilizamos). Esa noticia
circulaba apenas se continuaba inscribiendo gente, para recibir, trescientos
mil pesos, decían al principio, y luego quedó en 250 mil pesos. ¿Continuará sorteando su dieta todos los
meses?, ¿es una manera de denostar a la clase política? (como era su slogan);
al hablar durante su campaña de los privilegios que tienen los políticos electos,
a la cual él ahora pertenece.
Estados Unidos tiene todos estos modelos de
marketing político. La era Trump dejó estas secuelas más marcadas. Cuando no se puede hablar de determinadas
cuestiones estructurales del poder económico, todo se dirige a las ‘características’
del candidato. Es una manera de ‘distraer’: nos quedamos discutiendo, si es
un payaso ó un nuevo fascista y otros caracteres de estos candidatos que están más
a la derecha de los de Juntos por el Cambio (incluido radicales del interior del país que sirvieron para apuntalar a Macri
y sus secuaces).
Seguramente- desde del interior profundo y de
provincias pobres- dirán que esto ya se hace tiempo (no de forma explícita en
sortear una dieta de un legislador); En la campaña de medio término se esforzaron los canales de cable y sus
repetidoras (del Holding mayor de concentración de Medios), cuando mostraba municipios
del Gran Buenos Aires (afirmando que entregaban heladeras, bicicletas, cocinas).
Si
hay algo que se pueda modificar en la mentalidad de la clase dirigente, no será
si gana más o menos y lo que hacen con su sueldo, ó de que utiliza la política ‘para
salvarse solo él’. Lo que puede ayudar es que como
funcionarios públicos (y tendiendo un sueldo del Estado por el tiempo que son
elegidos), esos políticos, deban usar las instalaciones y servicios del Estado.
Utilizar el hospital de Municipio, pueblo o barrio.; que sus hijos o nietos
vayan a una escuela pública. Así constatarían cómo está funcionando lo que
deben cuidar e invertir del Estado como servicio. A su vez su sueldo no debería
ser más que el doble o el triple de un sueldo de maestro o de un médico que
trabaja en instituciones públicas. Desde
1983, hemos planteado estas cuestiones, especialmente cuando en un Municipio de
la región, lo primero que se plantearon los concejales al asumir, fue cuál iba a ser su sueldo.
Carlos
Liendro
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