La conocimos por 1998. Era la época de
las reformas en educación y donde los chicos iban a continuar séptimo, octavo y
noveno. Para mí se parecía, a quien luego conocí por su nombre (después de
verlas en varias películas), a la directora de 'escuela de rock'. Tenía esos
gestos de Joan Cusack, pero Andrea era más flaca y rígida. Allí sin completar
su profesorado había empezado a dar clases de historia. Era muy alta y un poco
desgarbada, como esa gente que va a ser siempre un eterno adolescente. Usaba
una campera marrón con capucha. Era rígida en sus expresiones pero
también en sus ideas. La veíamos por un pasillo del primer piso de la escuela.
Estaba en la puerta y con eso evitaba que se les escaparan los alumnos. En la
jerga docente no tenía dominio de grupo, pero tenía una gran vocación por
enseñar historia argentina. Poco a poco se fue acercando. Haciendo consultas
sobre determinados alumnos inquietos. Eran púberes y adolescentes que poco les
importaban sus clases. Buscó la forma de entretenerlos llevando libros,
revistas, láminas. Así les fue haciendo gustar la historia, contada. No podía
conseguir muchas horas provisionales, pero obtuvo varias como suplente. Después
de esa escuela dejamos de verla. De vez en cuando la veíamos en bicicleta por
alguna avenida rumbo a una escuela. Por un tiempo no supimos mucho de ella. No
volvió a conectar por el celular, y aparte de las pocas horas de historia que
tenía, se las rebuscaba con venta de cosméticos, que vendía a los profesores.
Supimos que vivía en pareja, que fue conociendo después d elos treinta años a
sus hermanastros. Hablaba poco de su padre biológico, hasta que una vez le
preguntamos por alguien que apareció en los diarios y lo comentaban en esos
programas amarillos de panelistas, ya que tenía su mismo apellido. Ella lo
afirmó pero no quería saber mucho con él.
En esas cadenas que nos llegan por
celular apareció su nombre. Pedían un medicamento oncológico para una docente.
Era su nombre. Y si bien sabíamos que había tenido un problema de salud, no
sabíamos que la situación era tan grave. Cuatro años la peleó como escuché
decir a uno de los amigos de la pareja, cuando fuimos en el cortejo fúnebre al
cementerio. Falleció un jueves, vinieron pocos al velatorio. Era un día gris y
lluvioso como esos relatos tristes, pero uno trata de recordarla hablando con
esa voz aguda e infantil, acerca de su peronismo, la gente con hambre y las injusticias que le dolían.
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