Angelelli: Vía crucis de un obispo apedreado por el poder
Fue durante la década del noventa cuando se realizó para la TV alemana, un film documental sobre el Obispo Enrique Angelelli. El proyecto original era filmar una película, cuenta Osvaldo Bayer y mostrar lo que había sucedido desde 1968 cuando el recién nombrado Obispo por Paulo VI, había llegado a La Rioja.
No se pudo conseguir financiamiento para el film pero sí para el documental con testimonios de gente de la región. Al inicio el equipo de filmación trató de tener la opinión del Obispo de Córdoba Monseñor Primatesta, quien por medio de su secretario, mandó una escueta respuesta: “no tengo nada que decir”. Ubicaron también al obispo White, quien reemplazó a Angelelli luego de su muerte, este les permitió ver una serie de documentos, pero tampoco quiso verter opinión. Lo que más admiró al periodista Bayer fue escuchar los testimonios de la región de Anillaco. Allí pudo entrevistar a Amado Menen- hermano del entonces presidente- donde con total desparpajo decía ante la cámara: “era un comunista”. Con ese reduccionismo denostaba lo que Angelelli había iniciado unos años antes, como predicador del Concilio del Vaticano II y del firmante de los cuarenta obispos firmantes del ‘pacto de las catacumbas de Domitilia’ (por el que se comprometían a caminar con los pobres asumiendo una vida sencilla y renunciando a todo símbolo de poder)
En Anillaco pudieron reconstruir la historia (ó por lo menos una forma diferente de lo que se contaba). ‘El pelado’ (como le decían cariñosamente los que lo admiraban y lo querían) había ayudado a la formación de una cooperativa de viñateros a organizarse. La idea era tratar de aprovechar tierras que no se usaban y especialmente lo más preciado de estas zonas: el agua. Los herederos de esas tierras se habían ido a Roma y no les interesaba explotarlas. Todo debía ser legal. Con la creación de una cooperativa y luego con la promulgación en la legislatura provincial se podía acceder a trabajar la tierra en cooperativa. En esos momentos Carlos Menem era gobernador de La Rioja. Había prometido que eso salía por diputados y senadores provinciales. En la legislatura no se aprobó esa propuesta de expropiación de tierras: el peronismo votó dividido. Los radicales (acá Bayer vuelve a ajustar cuentas recordando lo que hicieron con la represión y matanza de obreros campesinos en ‘La Patagonia rebelde’) se aliaron con los peronistas que estaban en contra de la expropiación de tierras que no se usaban y que no pagaban impuestos, como miles de hectáreas que tiene nuestro país en manos de unos pocos.
Lo que se sigue describiendo Bayer, el autor del documental, son las solicitadas aparecidas en el diario El Sol, donde al Obispo lo llaman ‘satanelli’ y lo siguen acusando de subversivo, llevando la fe católica del pueblo al marxismo. El Centro de la Juventud amingueña se opuso también a que existiera una cooperativa que explotara las tierras abandonadas. Formaron parte de esos de grupos que apedrearon a Angelelli cuando visitó Anillaco en otra oportunidad. Tuvo que correr hasta refugiarse en una Iglesia (dice una versión y la otra es que estaba dando misa y entraron como una turba). El diario El Sol, pondrá en su tapa la historia del ‘desbaratamiento de un plan marxista’ donde el Obispo Angelelli estaba ‘muy comprometido’ (18 de noviembre de 1973), acusando también al director del diario ‘El independiente’, Alipio E. Paoletti.
Otra de las anécdotas que aparece es la historia del encuentro del Obispo cuando iba con su auto y ve un grupo de personas que lleva en angarillas a un trabajador de la madera fallecido por mal de Chagas, preguntándoles por qué no tenía un ataúd. Los ayuda con toda su solidaridad, bendice el cuerpo y va al cementerio con la familia. Días después en una misa en la ciudad de La Rioja, en un sermón habla de este hecho sobre el trabajador muerto: “¡Qué pecadores que somos que ni siquiera en nuestra tierra los trabajadores de la madera, de la leña, de los árboles, pueden tener un ataúd para los hombres de trabajo, para sus compañeros de trabajo!” Escuchando esa misa estaba el brigadier Aguirre y el coronel Perez Bataglia. Uno de ellos se levanta en medio del sermón y le responde con arrogancia: “hemos venido a escuchar la santa misa y no un discurso político”. Angelelli, como en el nuevo testamento, a estos mercaderes de las armas, los expulsa del templo. Para algunos aquí comenzaba la sentencia de muerte del obispo. A la semana siguiente aparecen asesinados el cura francés Gabriel Longeville y Juan de Dios Murias. Fueron secuestrados, torturados y sus cuerpos aparecieron tirados junto a las vías, con el cuerpo de Wenceslao Pedernera, quien era un ayudante. Angelelli viajó a Chamical. Buscaba información directa de lo que había sucedido. Volvía de allí el 4 de agosto de 1976, con tres carpetas y documentos de testimonios sobre la muerte de los curas, cuando su camioneta es interceptada por un auto que se le interpone y le hace dar varias vueltas. El cuerpo del Obispo queda tirado en la ruta. Fue caratulado como ‘accidente de tránsito’. Años después, llegada la democracia comienza a aparecer la memoria, la verdad y la justicia. El Obispo Jaime de Nevares fue uno de los primeros en presentarse y denunciar que no había sido un accidente, que fue una muerte planificada, como ocurrió con las de miles de argentinos.
Enrique Angel Angelelli, había nacido en Córdoba en 1923. El encubrimiento de la muerte del ‘Obispo de los pobres’, el mártir, dejó de serlo el 4 de julio de 2014 cuando Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella, fueron condenados por el crimen, pero aún no tiene la suprema importancia de un hombre que ha sabido ser coherente entre lo que predicada y lo que hacía con el evangelio hasta dar su vida.
Carlos Liendro
(aparecido en El Independiente, enero de 2018)
